Oigo el hermoso canto de las olas
en un mar familiar y cercano
donde el viento se llama levante
y sus sirenas
descansan al sol en sus playas.
Los molinos, tierra adentro,
bailan sus anchos brazos
mientras un aroma a tomillo
embriaga los sentidos.
La luz, esa luz mediterránea
pinta de azul intenso
un cielo inmaculado
y llegado el ocaso
se adivinan
figuras abrazadas
de enamorados.
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