Calla al agua en los claros surtidores,
presiente la palidez bella de la luna,
respira olivos y romero,
camina buscando amaneceres,
suspira recordando los días,
sueña haber soñado.
Trae en sus bolsillos
vientos contrariados,
besos de olvido,
pañuelos de carmín
con muestras de labios encendidos;
y quiere, a veces, sonreír,
gritar a todos los horizontes,
saberse vivo y enamorado.
Carlos Gargallo (c)
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