Una ciudad de gaviotas
se extiende por la bahía
en este invierno desolado.
Por la caleta, descalzo,
camina un hombre solitario
mientras duermen en su playa,
en sueños acompasados,
las barcas de madrugada.
Mira al mar y se consume,
reza y llora.
Por la alameda
llegan lamentos de caracola.
Un hombre del mar, de la mar,
se ha marchado.
Carlos Gargallo (c)
3 comentarios:
Al leer el poema me vienen dos maneras de sentirlo, la primera que se fue a la mar y se ahogo en ella. y la segunda, que mirando el mar y metiendose en la mar dejó ir sus pensamientos y purificó su espíritu, viendo las gaviotas, acompañado por los barcos y el sonido del mar tan brusco y tan calmo a la vez. Un abrazo. muy bello
Roxana
Bella lámina, Carlos.
La nutrida dispersión despierta de las gaviotas sobre el somnoliento poblado dormido de las barcas. Mar de fondo el ojiabierto páramo solitario de las aguas (la voracidad de las aguas).
Enhorabuena, un saludo.
que esa ciudad fuese la mia.
y el eco de esos pasos el aplomo con que pisan mis huellas.
que esas barcas preparasen con calma una huida.. que esas lágrimas no supiesen tanto a soledad..
un abrazo, me tocaste el alma, sabes..
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