Ayer, sin saber porqué,
necesitaba escribir.
No entendía,
si siempre lo hago pero,
ayer precisamente y a las cinco de la tarde,
necesité imperiosamente escribir.
Pensé jugarme a los dados
si de amor, desamor o elegía,
también podría bailar la tinta
en el paisaje blanco
con sonetos, romance o haikus...
Hablar de lo ético, épico,
el Hombre, el mar, los ríos,
la soledad, lo ingrato, todo lo perdido...
Rompió el silencio
ese jilguero que en mi casa habita
con su canto de primavera inminente
y recordé la voz
que en la lejanía, cada mañana me llama.
Entonces,
sin saber por qué,
decidí dejar la hoja a un lado
y dormidos mis párpados
tan solo te escuché.
Carlos Gargallo (c)
8 comentarios:
No siempre te visitan las musas para escribir.
Muy bonito.
Saludos.
A veces lo más simple es hermoso.
Doblar la hoja y escuchar, me gusta.
Un besico
Por esa voz que levanta primaveras.
Abrazos
¡Precioso! y sí, a veces esa necesidad se convierte en otro sentido que luego colma el anterior deseo, engrandeciéndolo y animándolo.
Saludos
Muy bello tu poema
un beso
Hola Carlos.
Ahí demuestras que se puede escribir sobre cualquier cosa, sintiendo con la misma intensidad que se sentiría escribiendo con otros temas más profundos.Magnífico.
Un saludo
Ayer, por casualidad...
y eran las cinco en punto de la tarde? me has recordado al Heredia, todo por casualidad...
Las cosas más bonitas pasan siempre por casualidad.
Besito
Sublime Carlos.
Dócil,
un chasquido,
un silencio,
una mueca.
Genial, Carlos, da gusto estar por tu casa.
Publicar un comentario