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sábado, 10 de abril de 2010

Una noche y un hombre

Hay un hombre en la noche
que mira la luz de las farolas,
estrellas, piensa, estrellas amarillentas
colgadas en la soledad de sus pupilas.
Un hombre que medita en la mitad de la plaza,
la del silencio mudo,
la que a esas horas llora.

Un hombre al fin y al cabo
con manos en los bolsillos,
cigarro y labios agrietados.

Hay una noche y otra y otra
y un hombre junto a su botella.

El abrigo de lana,
un temblor desnudo,
susurros de oración  en la boca,
zapatos con tacones desgastados.

Un hombre mira en solitario hacia el cielo
llenando de ojos sus estelares farolas.


Carlos Gargallo (c)

10 comentarios:

Jose Zúñiga dijo...

La sensación de soledad que transmite este poema estremece, ciertamente.

cleopatra dijo...

Hay un hombre siempre en solitario...

Es la regla de nuestra existencia.

Excelente poema.

Un placer...

Y un abrazo

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Buenos días:

Habrá tantos hombres solitarios, como el de tu Poema.

Hombres, que no saben buscar otros recursos, que el de una botella.

Me ha llegado al corazón esta Poesía.

Saludos cordiales, Montserrat

ELILUC dijo...

...hombre perdido...
un abrazo

Tatiana Aguilera dijo...

Conozco de esos hombres, los veo a diario en las calles, en las plazas, en los cafés y en los bares...
Felicito tu verso poeta.

Azpeitia poeta y escritor dijo...

Que bello poema...está lleno de sentimiento y contenido que hace estremecer en su imagen poética...un abrazo muy fuerte de azpeitia

Poeta Carlos Gargallo dijo...

Gracias por vuestros comentarios, un abrazo para todos.

Cabopá dijo...

Los primeros versos de tu poema de hoy,los cambiaría por "hay una mujer...Me van como anillo al dedo, desde el lugar donde escribo a vecer miro a las farolas al semáforo intrmitente en sus color rojo-verde y veo la soleda que reflejan....Besicos.
Ah,Carlos no soy amiga de los grupos o redes...más besicos poeta

Lola Padilla dijo...

Este poema me trae imagenes de mi propia vida, hace ya tiempo.
COn tu permiso, me llevo a este hombre, con tacones desgastados y abrigo de lana. Me lo llevo un ratito para decirle cómo apagar esas farola porque el sol comienza a calentar.
Para darle de mi mano esa vaselina que nutra esos labios que han de seguir besando.

Un maravilloso poema que hoy tiene el poder de tocarme una cizatriz ya cerrada. Gracias Carlos por recordarme de dónde vengo, que siempre es bueno.

Un abrazo.

Lüar de la Rosa dijo...

Precioso poema, maravillosa sensación de soledad la que desprende mientras se degustan sus líneas.

Un hombre solo, rodeado de gente, de ruido, de ciudad.

Saludos desde Cáceres