Aquella noche,
el autobús me miró con grandes ojos,
parecía preguntarse
que leche hace este a estas horas de la noche,
solo en la parada.
Sus chirriantes frenos,
sonaron en la vacía avenida
como si todos los violines desafinados del mundo
hubiesen hecho un pacto
para que rechinaran mis diente.
El conductor tenía la mirada cansada,
la espalda, los brazos, la vida
cargada en su mochila de aburrimiento.
Mis buenas noches
fueron respondidas con un gruñido.
Aquellos asientos sudados
de toda la jornada,
lloraban en silencio
la soledad mal llevada.
Como yo;
solo en la parada, solo en el bus,
solo en la avenida.
Carlos Gargallo ©
el autobús me miró con grandes ojos,
parecía preguntarse
que leche hace este a estas horas de la noche,
solo en la parada.
Sus chirriantes frenos,
sonaron en la vacía avenida
como si todos los violines desafinados del mundo
hubiesen hecho un pacto
para que rechinaran mis diente.
El conductor tenía la mirada cansada,
la espalda, los brazos, la vida
cargada en su mochila de aburrimiento.
Mis buenas noches
fueron respondidas con un gruñido.
Aquellos asientos sudados
de toda la jornada,
lloraban en silencio
la soledad mal llevada.
Como yo;
solo en la parada, solo en el bus,
solo en la avenida.
Carlos Gargallo ©
6 comentarios:
...momento
cálido
ardido
encuentro
entre tú
y él
sentado
solos
al volante
y siempre
encantado
adelante...
un fuerte abrazo Carlos , y tiernos versos en la soledad instantanea,del vivir cotidiano.
A veces la mejor compañía es uno mismo.......Bonito poema.Saludos
Oye español, me gusta la palabra chirrido, puedes creerlo?? Saludos
Me gusta el clima de lo descripto, un abrazo, amigo Carlos.
Un poema con sonido, sin duda alguna. Se lee y se escucha cada verso.
Un abrazo
Situaciones cotidianas dibujadas en las letras del poema
Abrazo
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