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sábado, 17 de febrero de 2007

YO CONMIGO MISMO



Una y otra vez se repite la misma escena. Suena el maldito controlador de horas y te levantas como si llevaras el peso del mundo en las piernas. Las zapatillas de andar por casa parece que juegan a esconderse debajo de la cama, y entonces, empiezas a sentirte como si fueses una cucaracha mirando bajo ella.
El espejo, sigue indicándote aquella arruguita que ayer no viste pero que empezaba a formarse a escondidas, sin previo aviso. Miras atentamente ante él, esa cara que es como el cúmulo de un paisaje de ojeras e ínfimas venillas que van delatando, como si de un contador se tratara, los brugal con coca-cola que has ido tomando a lo largo de la vida. Entonces, le digo a este chivato de la edad que lo odio, que yo nunca le haría eso a él, pero sigue ahí, mirándome con esa cara que cada vez me es más conocida, esa que con ojos aún medio cerrados y enrojecidos, sé que está pensando: " !! Macho, cuando más edad, más gilipollas!!.
Solo me queda aguantarlo y seguir viviendo con él.

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