Sucede
que soy la imagen de la desilusión,
la ceniza apagada del fuego que me animaba,
soy como una esperanza perdida
entre un laberinto sin salida.
Sucede
que estoy cansado y no puedo levantarme,
que tengo miedo y no encuentro, para ello,
ninguna clase de medicina.
Sucede
que cuando piensas que la muerte es una puerta,
algo aquí dentro está muy grave
y si es así, debo ir pidiendo una ambulancia.
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