Hacia poniente
los espejos son el reflejo
incendiado de la tarde.
Todo el aire
se enciende en el paisaje,
trae aromas de largos silencios
que son la paz encontrada
en el corazón sediento.
Un rumor de agua
traspasa las últimas luces
desde un río,
el mar,
se presiente cercano.
No será hoy
ni quizás mañana
pero, algún día,
mi levante será poniente eterno
empujándome hacia su pecho
que es Sur en el oro de su tiempo.
Será entonces ese breve momento
en que el hombre siente
realmente que existe.
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