Mueres día, sin ánimo de nada,
a contraluz sufriente
en el abrazo de las cárdenas sombras
como un pájaro de espino
clavado en el pecho olvidado.
te cubre hasta agotarte en el dintel de un frío
dispuesto a borrar
tus vividos anhelos
y los míos.
No sonreirás hasta la madrugada,
aunque ya no será lo mismo.
Nada es igual o parecido,
nada, ni tan siquiera los días.
Carlos Gargallo (c)
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