Tengo miedo
en las calles de esta ciudad.
Siento el murmullo estridente
de ambulancias,
el abandono de los coches
junto a las aceras,
y los ronquidos sobre el cartón
en la oscuridad de los portales.
El temor de un sonido
que llene de pájaros y espanto el cielo,
mientras una manta tape
el cuerpo del delito
después del mortal disparo.
Sombras y más sombras
convertidas en la sangre atentada
que envejecerá con todos para siempre.
Carlos Gargallo (c)
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