Amapola del alba,
me he sentado a la orilla de tu tiempo.
Le he hablado a los pájaros y las nubes
de como fueron mis inviernos,
de todas mis primaveras,
de estos otoños
en donde m e voy muriendo a créditos
cuando sueño tus caderas y te deseo.
De tanto hablarle al viento,
sé que vivir es ir dejándose
la piel en cada envite, que vivir
es gastar el amor, a veces,
de una forma extraña.
He abierto todas las ventanas
que miran a la tarde.
Habla un hombre viejo
con aspecto de joven
y billete reservado en ningún puerto.
Carlos Gargallo (c)
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