Tu sabes de que te hablo
niña de los ojos tristes,
de la soledad liberada,
del rosal de espinas
durante tanto tiempo
masacrada.
Tu que fuiste tan sincera
dando amor
donde él pidió que estuvieras,
y ahora ni llama, ni escribe,
ni tan siquiera ya recuerda
promesas, palabras,
ascuas de aquellos cuerpos
que se incendiaron con ofrendas.
Renace de tus cenizas,
mujer que emanas suspiros
entre el dolor de lo vivido
y la esperanza cierta.
Quizás una carta o la llamada inesperada,
tal vez, algo tan simple como este poema,
borre las lágrimas de tus ojos, la tristeza,
y rías ahora y siempre
envuelta en vida nueva.
Carlos Gargallo (c)
2 comentarios:
Gracias Carlos.
Cracias Carlos
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