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viernes, 31 de octubre de 2008

Suspiro abierto en tarde lluviosa

Me dan ganas de ser
como el jilguero en su rama,
feliz con su canto enardecido.
Navegar en mansas aguas
para quedar después
varado en la arena.
Que todo amor, dolor y pena,
queden adormecidos
en este corazón de fragua
y saberme el envés
de todo lo que no pudo ser
y nunca he sido.

Carlos Gargallo (c)

1 comentario:

Pedro Estudillo dijo...

Preciosas reflexiones. Es la magia que tenéis los poetas, capaces de encarar lo misterioso y lo real de esa manera tan natural y a la vez asombrosa.
Un abrazo.