Cuando salgo del trabajo,
camino un rato por placer
con las manos en los bolsillos
y el cigarro colgado de la boca.
Pasan otros cientos de seres
por mi lado, enganchados a problemas
parecidos, solo yo los miro.
Son como zombie que arrastran pies
y ojos sobre las aceras,
alguno incluso,
va gesticulando y hablando,
diciéndose cosas
que nada más él comprende.
Me siento realmente solo.
Vuelvo a casa,
dejo las llaves, saludo
y pienso en toda esa gente
que camina, pero sobre todo,
pienso en los que no pararán de hacerlo
buscando un rincón donde acunarse.
Carlos Gargallo (c)
2 comentarios:
La soledad del mundo, o de los que conformamos su enorme "embrollo", ha sido tantas veces descripta pero siempre vale una reflexión como las que presentas , Carlos, amigo..
Qué importante es ese rincón donde acunarse.
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