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miércoles, 12 de noviembre de 2008

Nora, al fin

23.33 h./Altaria-Madrid-Murcia:

El andén comienza a bullir
entre los pasajeros
que, con vista desorientada,
bajan del tren con ojos grandes
buscando a alguien conocido.
Hay un reflejo de luna plateada
sobre las vías, como el rayo inmenso
que explota en íntima alegría.
Al final, entre el tumulto,
su figura que camina lentamente
en un vals acompañado de tango,
después de casi tres anhelados años.
Nos abrazamos
como si el tiempo se contara en siglos.
Bienvenida a la ciudad de las flores,
al fin de nuevo,
querida Nora.

Carlos Gargallo (c)

3 comentarios:

Verònica dijo...

Que bonitos los reencuentros.. aùn màs bellos en una estaciòn de tren, esos lugares me llevan a la nostalgia en su punto màximo, si es que lo tiene; quizàs hasta pueda ser infinita.. cuànto puede uno añorar?? creo que no hay medidas...
Y los abrazos.. esas manifestaciones salvadoras, cuànto cambiarian muchas cosas, hasta de las cotidianas si se acompañaran con dosis de abrazos.
Escribis muy lindo, lleguè de rebote, un beso, Vero.

Verbo... dijo...

Después de 3 ahnelados años de estar pensándose y soñándose, por fin, AL FIN, se encuentran, y empiezan un nuevo ciclo, el de explorar en cuerpo y alma, la validez de sus sueños.

Un abrazo ♥

M.

Anónimo dijo...

El hormigueo que le recorre a uno el cuerpo en ese instante, de los mejores de la vida, de los más intensos.

Saludos