Ninguna sensación cabe ya en la frente ni en la boca.
Un vaso vacío de difuntos,
Venas sobre venas en la cara,
El baile sin San Vito en el horizonte
Perdido en la pupila de la próxima esquina.
Una canción cacareada
En desafinados manantiales sin saliva.
La sombrilla de las manos
Como toldos ruines
Sobre ojos desencajados.
Por los labios a borbotones
Mil blasfemias de derrota.
Pasa un coche sobre el charco,
Cien gotas escupida
Hacia el pantalón raído
Orinado hasta las botas.
Que acabe esta canción de animal herido
Y salga el sol sobre su cabeza.
Que duerma al menos unas horas
Hasta que se beba la noche y sus sombras.
Carlos Gargallo ©
6 comentarios:
Alguna vez me he sentido un poco así... Menos mal que no han sido muchas.
Con lo malo que es estar borracho y las veces que nos repetimos que no lo volveremos a hacer, ¿cómo es posible que se nos olvide a la primera ocasión?
Un Abrazo y una copita a tu Salud, Carlos.
Me gustó esta descripción del borracho y me hizo pensar en las borracheras del alma que tardan mucho más que unas horas en pasarse.
Gracias por compartirla.
Saludos
Hermoso poema. Mis respetos a los borrachos, cuya adicción es tan manifiesta y han de arrastrar su vergüenza por el mundo. Otros tienen vicios peores y son aplaudidos.
Un abrazo.
Hermosa descripción de la persona borracha. Me ha gustado mucho. Un abrazo y hasta pronto.
Hay cosas ocultas en las almas peregrinas por situaciones vividas. Excelente poeta!
Todos estamos un poco borrachos de ilusiones, de sinsabores, de inquietudes y al final ¿que vemos en nuestra copa vacía? el reflejo de nuestro interior, por eso a veces necesitamos llenarla. Contundente y explícita es la descripción de tu poema. Un abrazo, poeta.
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